7.20.2013

Últimamente no hacen más que preguntarme que qué busco en la vida. Y por una vez me he querido parar a reflexionar, porque no es una pregunta fácil.
Supongo que en la vida se buscan muchas cosas, pero sobre todo se busca la felicidad. Se busca aquello que llene tu vida y te haga sintonizar con el mundo.
También se busca un sentido, una razón de ser. Somos humanos, en nuestra naturaleza está el morir por entender las cosas.
Buscamos la plenitud del alma y la pureza del ser, limpiándonos de vez en cuando de las corrupciones que se engendran en nosotros.
Buscamos libertad, el poder experimentar sin medidas, llegar a donde nunca antes ha llegado nadie y ver la vida desde otra perspectiva.
En nuestro camino intentamos encontrar el amor. Cuatro letras, dos sílabas, una palabra y miles de sentimientos. Amor, también podríamos definirlo como la locura del alma. La mayoría creen que poseyendo esta locura lo tendrán todo: la felicidad plena, la persona que le da sentido a la vida, el yo puro y sincero y la libertad de sentir.
No creo que solo busquemos el amor verdadero en esta vida, pero es un buen sitio desde el cual empezar a buscar.

7.17.2013

La vida es un juego de dados, y él ha sacado un 7.

Kyle era lo que se conocía como un depredador. Era uno de esos chicos que salían por la noche en busca de algo o alguien que los satisficieran, ese tipo de chicos que tienen tal confianza en su propia atracción que poseen un aura característica de seducción. Así que allí, en aquella discoteca del centro de Manhattan, con el alcohol hirviéndole en la sangre y la música reventándole los sentidos, se sentía poderoso.
Estaba en su hábitat, el lugar idóneo para efectuar su faena diaria. En aquel momento lo tenía todo: los colegas de respaldo por si había algún problema, el ambiente perfecto, la pista a tope, el DJ animando como nuca y, sobre todo, tenía la garganta quemada y la locura que solo el alcohol era capaz de proporcionarle.
Sólo le faltaba su presa. 
Barría cada esquina del local con su calculadora mirada, en busca de aquello que pudiera satisfacerle. Tras un buen rato registrando el lugar, se decepcionó al no encontrar nada que valiera la pena. Estaba a punto de pasar de allí y buscar en otro local cuando la puerta se abrió. El frío del ya empezado invierno se coló por la abertura, refrescando el sudor de su nuca. Y con el frío se coló también en el local ella, su presa: morena, ojos claros, cuerpo de envidia, mirada penetrante y superior; era el tipo de chica que cualquiera consideraba inalcanzable. Pero Kyle  no era cualquiera. Una media sonrisa afloró a sus labios mientras se acercaba con paso decidido a la muchacha. Despacio, con porte elegante y movimientos sutiles, como lo haría una pantera para acercarse al pequeño ciervo sin asustarlo.
A pocos pasos de distancia, ella se percató de su presencia y supo exactamente qué era lo que él buscaba. Cambió de postura en un gesto prácticamente imperceptible, estirándose, echando los hombros y el pelo hacia atrás, haciéndose ver más inalcanzable. Era un gesto prácticamente imperceptible, pero él lo notó. A Kyle ya no se le pasaba por alto este cambio que era tan común en sus presas. Era como si intentaran atacar cuando estaban predestinadas a defender. "Pequeña inocente", sonrió Kyle para sus adentros.
Todo esto era como un juego en el que él era un veterano, ganador ya de un considerable número de partidas, y, como un astuto jugador que reconoce un farol cuando lo tiene delante, supo enseguida de qué tipo de chica se trataba. 
Así que apostó por las cartas más altas, con la sonrisa de una victoria asegurada.


7.16.2013

Blue eyes in a colorless world.

No hay ninguna razón lógica para sentir lo que siento, ni siquiera hay una base científica que explique por qué cada vez que tus pupilas se cruzan con las mías se desata un terremoto en mi interior. Al principio es como un cosquilleo que sube y baja acariciando el interior de mi estómago; cuando llega al pecho sacude mi corazón con una oleada de descargas eléctricas que descontrolan mi respiración. Mi boca se entreabre para poder captar oxígeno de forma rápida, pues mi sentido del olfato junto con los otros cuatro han dejado de realizar sus funciones para centrarse en ti: absorbo el olor de tu perfume caro, por mi espalda corren los escalofríos que creo que sentiría si tu piel estuviera en contacto con la mía; mis labios se centran en intentar recrear el sabor de los tuyos, mis oídos intentan desesperadamente captar alguna palabra salida de tu boca y mis ojos, ansiosos como un morfinómano, buscan la droga encerrada en esa mirada azul.








¿Mi droga? Sus ojos.

7.15.2013

Se nos acaba el tiempo.

Como los tic-tacs de las agujas del reloj, continuos y constantes, los segundos, los días y los años pasan sin que podamos hacer nada para detenerlos. Como la arena, que acaba escurriéndosenos de entre los dedos y fluye en el aire con los minutos que se lleva el viento.
Los minutos. Solo 60 segundos. Tan solo 3600 milisegundos. Parece una miseria, pero en un minuto te puede cambiar la vida: una noticia, buena o mala, que se cuente con un par de palabras; una decisión; un te quiero de sus labios o un adiós de sus ojos.
No sé cuánto tiempo necesitas para darte cuenta de que la vida pasa, y que cada minuto es un momento único, pero date prisa, 'cause we're running out of time.


Factótum.

“If you're going to try, go all the way. Otherwise, don't even start. This could mean losing girlfriends, wives, relatives and maybe even your mind. It could mean not eating for three or four days. It could mean freezing on a park bench. It could mean jail. It could mean derision. It could mean mockery--isolation. Isolation is the gift. All the others are a test of your endurance, of how much you really want to do it. And, you'll do it, despite rejection and the worst odds. And it will be better than anything else you can imagine. If you're going to try, go all the way. There is no other feeling like that. You will be alone with the gods, and the nights will flame with fire. You will ride life straight to perfect laughter. It's the only good fight there is.” 

― Charles BukowskiFactotum