6.20.2014

Lo prohibido atrae.


Nos vemos a las tres y diez en la puerta del tren.
Espero que reconozcas cuál es.

El Kyle idealizado de todos mis relatos compite con el Jack de mi corazón. 
O puede que sea con el de mi botella. 
Un brindis con Daniel en un bar de poca monta a las afueras del submundo. 

Avanzamos.

Un suburbio con placa de motel nos llama la atención. 
Esta noche vamos a brillar con las luces de neón.
O como ellas.

La noche espesa se abre entre turbulencias y una claridad arrebatadora abotona mis sentidos en un punto fijo. 
Y aunque existe una diferencia entre vivir para amar y amar para vivir,
yo ya estoy bastante muerta.

Muerta mi coherencia.

Las astillas crujen y huimos en el coche de la policía antes de que nos detenga. 
O peor aún, que no nos diga nada.

Porque lo que nos gusta no es follar, 
sino que nos prohíban hacerlo.