3.22.2014

Tenías la ecuación perfecta, pero se te olvidó despejar la X.

Ni tú tan fiel
ni yo tan princesa.
Fingías ser escritor,
pero mi vida nunca llegó a ser un cuento.
Malas historias contabas,
no sé ni cómo te las arreglabas.
Para entrar y salir,
salir y venir,
venir e ir.
De cama en cama.
De corazón en corazón.
De alma en alma.
Para jugar siete partidas
con un dado de seis caras.
Para sonreír,
aunque no hubieras ganado nada.
Y es que siempre tenías esa certeza
de que lo bueno siempre llegaba
Y tenías razón.
Llegué.
Pero nunca habías previsto lo más obvio.

Me marché.



Ya no hay más camas
ni más recuerdos en mi almohada.
Las plumas vuelan
mientras en mi espejo retrovisor
tu silueta se aleja.