8.02.2012

¿Madurar? ¿Para qué? Si lo primero que madura, es lo primero que se pudre.

Como en las películas, una canción suena de fondo cada día en mi vida. Hoy se escucha Forever Young dentro de mi cabeza.

Últimamente me dicen que tengo que madurar: que tengo que dejar de ver mis películas de Disney favoritas, que tengo que dejar de creer en cosas que en su día me hicieron feliz, que tengo que dejar de hacer el estúpido todo el rato, de poner caras raras delante del espejo, de disfrazarme y reírme por todo, de imitar acentos y cantar desafinando a todo pulmón. Me dicen que tengo que crecer, dejar atrás mis peluches, que tantas veces me vieron llorar; que tengo que dejar de creer en cuentos de hadas, que tengo que dejar de intentar de contar las estrellas, porque es imposible, que tengo que dejar de comer dulce a escondidas y preocuparme más por mi aspecto que por la serie que ponen a las cinco en la tele
¿Madurar? Madurar quiere decir dejar atrás mis canicas, romper las promesas que me hice cuando vi por primera vez Peter Pan, olvidar mis muñecas, aferrarme al nuevo sentimiento de vergüenza y desprenderme del "por mi y por todos mis compañeros" que hacía que todos me quisiesen.
En resumen, quieren que deje atrás mi infancia, pero al hacerlo, dejaría atrás una parte de mi que me hizo muy feliz.