No hay ninguna razón lógica para sentir lo que siento, ni siquiera hay una base científica que explique por qué cada vez que tus pupilas se cruzan con las mías se desata un terremoto en mi interior. Al principio es como un cosquilleo que sube y baja acariciando el interior de mi estómago; cuando llega al pecho sacude mi corazón con una oleada de descargas eléctricas que descontrolan mi respiración. Mi boca se entreabre para poder captar oxígeno de forma rápida, pues mi sentido del olfato junto con los otros cuatro han dejado de realizar sus funciones para centrarse en ti: absorbo el olor de tu perfume caro, por mi espalda corren los escalofríos que creo que sentiría si tu piel estuviera en contacto con la mía; mis labios se centran en intentar recrear el sabor de los tuyos, mis oídos intentan desesperadamente captar alguna palabra salida de tu boca y mis ojos, ansiosos como un morfinómano, buscan la droga encerrada en esa mirada azul.
No es el tipo de cosas ni blogs que suelo leer, pero la entrada es bonita :)
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